Juan Iturriaga Brito

Un viaje lleno de descubrimientos

 

“¿Viene a la clase de chino?”. Jamás me voy a olvidar de la frase que me dijo mi primer profesor, Zhao Jianfeng 赵剑锋, cuando yo todavía estaba en la universidad estudiando pedagogía en castellano.

Y la verdad es que no, no iba a la clase de chino. Iba solo de paso y me quedé por curiosidad. Nunca pensé que de ahí empezaría un viaje lleno de descubrimientos.

Obtuve una beca del Ministerio de Educación de Chile y elegí la Universidad de Granada, España, pues allá enseñaba el profesor Juan José Ciruela, autor del libro que usábamos en las clases de chino. Al inicio me costó mucho, me tardaba de 8 a 10 horas en terminar una tarea. También aprendí de literatura china con el maestro Javier Martín Ríos.

Al volver a Chile conocí el Instituto Confucio Santo Tomás, cuando la sede de Santiago estaba empezando y las paredes olían a recién pintado. Allí conocí amigos que me han acompañado todos estos años, quienes me animaron a participar en la Competencia Puente Chino para Universitarios en mi último año de carrera, en medio de trámites de tesis y práctica docente. Recuerdo que el día del concurso me atreví a cantar en público por primera vez: ¿y por qué no hacerlo en chino?

Tras titularme, me fui a trabajar como profesor de lenguaje a mi sur querido, al Liceo Bicentenario de Excelencia Enrique Ballacey Cottereau de Angol. Como allá no había sede del instituto, tuve que seguir estudiando por cuenta propia.

En Angol tuve la oportunidad de impartir un taller de chino por primera vez. Fue todo un desafío, porque una cosa es aprender chino, pero otra muy diferente es enseñarlo. Nuestra sala de chino era el momento más feliz de la semana. Isidora, Alfredo, Sofía y Ángela: mis estudiantes más talentosos, lograron aprobar el examen internacional de chino HSK1 en 2018.

El 2019 me fui a trabajar como profesor de chino al Liceo Bicentenario Claudio Arrau León de Coihueco, donde logramos la certificación en HSK1 de 24 estudiantes de primero y segundo medio. Nuestros 4 estudiantes más motivados fueron a participar de la Competencia Puente Chino para Secundarios.

Ese año también retomé mis estudios de chino en la sede Santiago del Instituto Confucio ST. Fue una tremenda alegría volver, y aprender con la gran profesora Liu Xinli. También pude reencontrarme con mis amigos, que ya iban en el curso avanzado.

Para llegar a clases, tenía que viajar 7 horas desde Coihueco y luego me iba a casa de mis papás en Angol (8 horas más). Me pasaba más de 20 horas en bus a la semana.

Sin embargo, el esfuerzo dio sus frutos, pues gracias al Instituto pude participar del programa Campamento de Verano en la Universidad de Anhui. Allá quedé fascinado con China. Junto a más de 30 chilenos vivimos un gran sueño compartido: conocer China, hablar el idioma y vivir una experiencia que nos cambió la vida. La provincia de Anhui, la Universidad de Anhui y los paisajes de Beijing son algo que quedará grabado en mi corazón y mi memoria por siempre.

Tuve el honor de leer el discurso final de nuestra delegación. Me acordé de los nervios de la  Competencia Puente chino y de que empecé a estudiar “de casualidad”, pero las casualidades no existen. Tras unos meses, tuve la oportunidad de impartir los cursos introductorios de chino de nuestro Instituto en la sede Chillán. Me enamoré todavía más de enseñar este idioma.

Debo confesar que cuando me pasaba horas enteras en la biblioteca de la sede de Santiago del Instituto, soñaba con ser parte de él. Ahora lo soy, junto a un maravilloso equipo de profesores y coordinadores. He tenido el honor de trabajar junto a la directora Wang Meng y las profesoras Zhang Panpan y Song Xiaoyu. Cada día aprendo algo nuevo gracias a su apoyo, profesionalismo y buen humor. Pese a la contingencia hemos podido compartir con personas de todo el país esto que tanto amamos: la lengua y cultura de China.

El formato online de clases ha sido un constante aprendizaje. Me encanta saber que estamos llegando a zonas donde antes no llegábamos. Me hubiera gustado que este formato existiera antes, así hubiera podido conjugar mi amor por trabajar en comunas del sur de Chile junto con mis estudios de chino. Las clases online nos dan la posibilidad de ejercitar de manera constante, de hacer amigos en todo el país y de desafiarnos a nosotros mismos a desafiar la adversidad en esta pandemia. Nos hemos demostrado que podemos salir adelante si somos un equipo: uno solo.

Me gustaría invitar a más y más personas a esta aventura de aprender chino, que es un sinfín de oportunidades y experiencias de vida. Aprendiendo chino no solo aprendes un idioma, sino que una nueva forma de aproximarte al mundo.